1. Introducción
⌅En 2024 se conmemora el 175 aniversario de la constitución de una “una comisión para formar la carta geológica de Madrid y reunir y coordinar los datos para la general del Reino”, pronto conocida como Comisión del Mapa Geológico. Las circunstancias por las que pasó: su creación en 1849 como una alianza de ingenieros y naturalistas y su disolución en 1859 sin alcanzar los objetivos propuestos; el paso de la construcción del mapa geológico a la Junta General de Estadística entre 1860 y 1868; y la refundación de la Comisión en 1870 y su reorganización en 1873 han sido objeto de estudios recientes (Rábano & Aragón, 2007Rábano, I. & Aragón, S. (2007). Nuevos datos históricos sobre la Comisión del Mapa Geológico de España. Boletín Geológico y Minero, 118(4), 813-826.; Rábano, 2015Rábano, I. (2015). Los Cimientos de la Geología. La Comisión del Mapa Geológico de España (1849-1910). Instituto Geológico y Minero de España.; Rábano & Salazar, 2024Rábano, I. & Salazar, Á. (2024). Instituto Geológico y Minero de España: una historia de 175 años. In I. Rábano and Á. Salazar (Eds.), Instituto Geológico y Minero de España: 175 años (pp. 39-111). Consejo Superior de Investigaciones Científicas.). En el presente artículo se aportan nuevos datos sobre los escenarios y las personas que propiciaron la creación de la nueva Comisión del Mapa Geológico en 1870 siendo ministro de Fomento José Echegaray, su reorganización en 1873, en el marco de la recién proclamada Primera República, y la decisión del ministro de Fomento, Eduardo Chao de poner al frente de la misma al ingeniero de minas Manuel Fernández de Castro y Suero, quien la dirigió con éxito hasta su fallecimiento en 1895. El Instituto Geológico y Minero de España no ha conservado el archivo antiguo formado tras la refundación de la Comisión del Mapa Geológico en 1870, por lo que las fuentes de información externas resultan de gran importancia para la investigación histórica de la institución. Para el tema que nos ocupa, se cuenta con nuevos datos proporcionados por el legado del ingeniero de minas Federico de Botella y Hornos conservado en el Archivo Histórico Nacional (AHN); aquellos recogidos en las fuentes archivísticas más antiguas de la primera Comisión del Mapa Geológico (1849-1859) y de las brigadas geológicas de la Junta General de Estadística (1859-1868) del Instituto Geográfico Nacional, los “documentos referentes a trabajos geológicos” (BIGN); así como por la comunicación epistolar entre los ingenieros de minas Lucas Mallada y Luis Mariano Vidal del Archivo Histórico y Biográfico (colección Vidal) conservada en el Museo Geológico del Seminario de Barcelona (MGSB) (ver también Aragonès, 2017Aragonès, E. (2017). Un epistolario inédito de Lucas Mallada: las cartas a Luis Mariano Vidal y Carreras (1873-1902). Treballs del Museu de Geologia de Barcelona, 23, 27-102.), y por escritos originales de Lucas Mallada custodiados en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación (Campus de Huesca) de la Universidad de Zaragoza.
2. La nueva Comisión del Mapa Geológico (1870)
⌅En septiembre de 1868 se produjo el derrocamiento de la dinastía reinante y el exilio de Isabel II, una revolución conocida como la Gloriosa, que cambió el rumbo de la política nacional sin intervenciones violentas e impulsó el tránsito del Estado liberal a un Estado democrático de derecho. Manuel Ruiz Zorrilla (Figura 1) fue el ministro más joven del gobierno provisional integrado por unionistas y progresistas en 1868, presidido por el general Francisco Serrano. Se encargó de la cartera de Fomento, que ocupó entre octubre de 1868 y julio de 1869, y fue el promotor de la consolidación del estudio del territorio durante el Sexenio Democrático (1868-1874). Las prioridades de Ruiz Zorrilla al asumir esta cartera, a las que aplicó su modelo liberal-demócrata, fueron la enseñanza, las obras públicas, la minería, el comercio y la agricultura (Higueras Castañeda, 2016Higueras Castañeda, E. (2016). Manuel Ruiz Zorrilla. Con los Borbones, jamás. Marcial Pons.). En las memorias de su director general de Obras Públicas, el ingeniero de caminos, matemático, político y escritor José Echegaray Eizaguirre (Figura 1), quien le sucedió en la cartera de Fomento en 1869, evocaba que Ruiz Zorrilla y él no dejaban “descansar” la Gaceta de Madrid: “Mi única literatura consistía en escribir preámbulos para la serie de decretos que iban publicándose en el Ministerio de Fomento” (Echegaray, 1917Echegaray, J. (1917). Recuerdos. Volumen III. Ruiz Hermanos, Editores., p. 86). En relación con la minería, el 29 de diciembre de 1868 se publicó la Ley de Bases, de marcado carácter liberal, que solucionaba en alguna medida la cuestión minera, de gran importancia para las arcas públicas y para la mitigación de problemas sociales. La nueva norma dio continuidad al acceso a los recursos mineros de legislaciones anteriores, pero separando la propiedad del suelo de la del subsuelo y simplificando la tramitación de las concesiones. Esta legislación minera estuvo vigente durante más de 75 años, hasta la aprobada en los primeros años del franquismo, en 1944 (Sánchez Picón, 2018Sánchez Picón, A. (2018). Expansión minera y reforma liberal. Peculiaridades de un cambio institucional en la España del siglo XIX. Áreas. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 37, 145-157.).
Echegaray fue ministro de Fomento en dos ocasiones: entre el 13 de julio de 1869 y el 4 de enero de 1871, primero con Prim y luego con Serrano como presidentes del Ejecutivo; y entre el 13 de junio y el 19 de diciembre de 1872, con Manuel Ruiz Zorrilla como presidente. Continuó en cierta medida la labor iniciada por Ruiz Zorrilla, atendiendo a ramos como los ferrocarriles, la instrucción pública y el estudio del territorio. En relación con este último, el 28 de abril de 1870 Echegaray firmó el decreto que vino a refundar la Comisión del Mapa Geológico que, a semejanza de la de 1849, tenía como fin de sus trabajos completar el conocimiento del territorio nacional para el aprovechamiento de los recursos naturales; y el 12 de septiembre de 1870 rubricó el decreto de creación del Instituto Geográfico, con el objetivo fundamental de formalizar y mantener la red geodésica y el levantamiento y edición de la cartografía topográfica a gran escala.
La elevada demanda social de la minería, y en especial tras la publicación de la Ley de Bases de 1868, hacía necesario “poseer mapas geológicos generales, provinciales y de comarcas mineras importantes, en que estén gráficamente representados y descritos, no sólo los terrenos que forman el suelo de nuestra Península, sino también los criaderos o depósitos de sustancias minerales que la industria puede aprovechar”, por lo que “el Ministro que suscribe ha procurado encontrar la organización más conveniente para continuar los estudios geológicos, conciliando la economía que exige el estado del Tesoro con la indispensable unidad de una acción permanente e ilustrada”, en palabras de Echegaray en el preámbulo del Decreto, publicado en la Gaceta de Madrid el 29 de abril de 1870.
La Comisión del Mapa Geológico se fundó sobre los trabajos geológicos que se habían efectuado durante la primera Comisión, la creada en 1849 por un gobierno isabelino y disuelta en 1859, cuando los trabajos cartográficos se reunieron en la Junta General de Estadística entre 1860 y 1868 (Rábano, 2015Rábano, I. (2015). Los Cimientos de la Geología. La Comisión del Mapa Geológico de España (1849-1910). Instituto Geológico y Minero de España.). En esta ocasión la Comisión se enfocó únicamente en la cartografía geológica, dejando atrás los intentos por conocer el territorio de una forma integral con el levantamiento de los mapas geológicos y geográficos y realizando catálogos florísticos y faunísticos, tal y como se había organizado la de 1849, en la que se integraron ingenieros, de caminos y de minas, y naturalistas (geólogos, botánicos y zoólogos). En la de 1870 la tarea fue encomendada exclusivamente al Cuerpo de Ingenieros de Minas, cuyos miembros debían organizarse en tres secciones y podrían contar con la ayuda de “los Ingenieros del cuerpo de Minas destinados al servicio de las provincias y de los establecimientos mineros del Estado” (Decreto, 1870Decreto (1870). Se crea una Comisión de Ingenieros del cuerpo de Minas para la formación del Mapa Geológico de España, con la denominación de Comisión del Mapa geológico. Gaceta de Madrid, n.º 119, 29 de abril de 1870. Disponible en: https://www.boe.es/gazeta/dias/1870/04/29/pdfs/GMD-1870¸119.pdf, art. 4º), así como de la “Comisión del Mapa geográfico, de la Escuela de Minas, de las Autoridades, corporaciones y Profesores competentes en la materia” (Decreto, 1870Decreto (1870). Se crea una Comisión de Ingenieros del cuerpo de Minas para la formación del Mapa Geológico de España, con la denominación de Comisión del Mapa geológico. Gaceta de Madrid, n.º 119, 29 de abril de 1870. Disponible en: https://www.boe.es/gazeta/dias/1870/04/29/pdfs/GMD-1870¸119.pdf, art. 5º). A lo largo de un breve preámbulo justificando la creación de la Comisión y de diez artículos que desgranan de forma breve y concisa la misión y los objetivos a conseguir, Echegaray puso nuevamente en marcha un proyecto que no había sido bien tratado en épocas anteriores, poniendo de manifiesto la importancia de abordar estos trabajos para la economía del nuevo Estado en construcción.
No se conocen los detalles de cómo se llegó a gestar esta nueva Comisión, ni qué personas intervinieron en ella además de Echegaray. En el legado del ingeniero de minas Federico de Botella y Hornos, conservado en el Archivo Histórico Nacional (AHN), existe un documento inédito, anónimo e incompleto (ver Anexo), en el que se esboza cómo debía organizarse la nueva Comisión del Mapa Geológico tras haberse suprimido a comienzos de 1868 las brigadas geológicas de la Junta General de Estadística. En él se contempla que serían miembros del Cuerpo de Minas los encargados de los estudios geológicos del territorio nacional, organizados en dos secciones que abarcarían las partes septentrional y meridional del país, tomando como divisoria el río Tajo. Para ello debían contar también con la ayuda de los ingenieros destinados en los distritos mineros para agilizar los trabajos y conseguir cuanto antes el objetivo final, el conocimiento geológico integral del país.
La norma que se publicó finalmente contempló otra realidad (Decreto, 1870Decreto (1870). Se crea una Comisión de Ingenieros del cuerpo de Minas para la formación del Mapa Geológico de España, con la denominación de Comisión del Mapa geológico. Gaceta de Madrid, n.º 119, 29 de abril de 1870. Disponible en: https://www.boe.es/gazeta/dias/1870/04/29/pdfs/GMD-1870¸119.pdf). Fueron tres las secciones que se crearon, sin especificar su reparto territorial. Quizá en ello tuvo algo que ver el que la Junta Superior Facultativa de Minería del Ministerio de Fomento, el órgano que en 1849 asumió las competencias de la antigua Dirección General de Minas, tenía regulado en su reglamento de 1865 tres secciones para la organización de los doce distritos mineros en los que se agruparon las provincias españolas: la del Norte, la del Levante y la del Mediodía (Gaceta de Madrid, n.º 52, 21.02.1865; Anónimo, 1870Anónimo (1870). División de la Península en tres grandes secciones y doce distritos para la organización del servicio de la Junta facultativa de Minería durante el año 1870. Revista Minera, 31, 137-138.). También, y en contra de lo prescrito en el borrador mencionado, la nueva Comisión del Mapa Geológico asumió las atribuciones de la comisión de las “cuencas carboníferas de Oviedo, León y Palencia”, creada en 1863 con Federico de Botella al frente, y adscrita en 1865 a la recién creada comisión de “aplicaciones útiles a la geología” en un nuevo intento por avanzar en la formación del mapa geológico, pero que se quedó estancada al fallecer en 1866 su presidente, Casiano de Prado (Rábano, 2015Rábano, I. (2015). Los Cimientos de la Geología. La Comisión del Mapa Geológico de España (1849-1910). Instituto Geológico y Minero de España., p. 135).
La dirección de la Comisión del Mapa Geológico recayó en Felipe Bauzá y Rávara (Figura 2), uno de los tres inspectores generales de primera clase del Cuerpo de Minas, tal y como disponía el artículo segundo del Decreto. En aquellos momentos las otras dos personas que ostentaban esa categoría eran Rafael Amar de la Torre, que ejercía como presidente de la Junta Superior Facultativa de Minería desde 1865, e Isidro Sainz de Baranda y San Juan, una persona de carácter reservado y difícil que le llevó a ofrecerse voluntario en 1837 para ocupar la jefatura de la recién creada inspección de minas de las islas Filipinas con el fin de alejarse de la metrópoli (Rábano, 2020Rábano, I. (2020). Encuentros y desencuentros con la metrópoli: la Inspección General de Minas de las islas Filipinas y sus ingenieros. Illes i Imperis, 22, 107-124. 10.31009/illesimperis.2020.i22.06). Por su parte, en 1870 Bauzá era ya un ingeniero experimentado, de 68 años de edad, próximo a la jubilación. Mantuvo desde muy joven una relación muy estrecha con Rafael Amar de la Torre, de quien fue condiscípulo durante los estudios de ingeniería de caminos y de ingeniería de minas y se casó con una de las hermanas de Bauzá, Amalia (Vitar, 2012Vitar, B. (2012). Lorenzo Gómez Pardo y Ensenyat. Correspondencia epistolar de Felipe Bauzá, Policarpo Cía y Casiano de Prado (1836-1845). Padilla Libros.; Puche y Boixereu, 2023Puche, O. & Boixereu, E. (2023). Formación científica y primeros trabajos de Felipe Bauzá Rávara (1802-1875). Llull, 46(93), 155-183. 10.47101/llull.2023.46.93.puche). Bauzá fue nombrado presidente de la Comisión por una orden de Echegaray del 10 de mayo de 1870 (Gaceta de Madrid, n.º 138, de 18 de mayo de 1870), junto con los siete vocales a su cargo: Felipe Naranjo y Garza, Amalio Maestre, Luis de la Escosura, José de Monasterio y Correa, Felipe Martín Donayre, Federico de Botella y Hornos y Luis Natalio Monreal. Unos meses más tarde, en agosto y diciembre de 1870, respectivamente, se incorporaron al equipo de vocales de la Comisión dos jóvenes ingenieros de minas, Lucas Mallada y Daniel de Cortázar, que habrían de jugar un papel esencial años más tarde durante la siguiente etapa de la Comisión, la de la dirección de Manuel Fernández de Castro. En el documento conservado en la colección Botella del AHN (ver Anexo) se especifica también la distribución de los trabajos. En él se citan los deberes de los ayudantes, entre los que llegaron a contar con los auxiliares facultativos de minas Isidro Manuel Pato y Ángel Rubio García, y con los colectores Aniceto de la Peña e Isidro Gombau, que habían formado parte también de las brigadas geológicas de Estadística.
Casi todos los vocales de más edad habían participado de la etapa en que la cartografía se integró en la Junta General de Estadística, en las brigadas geológicas. Se trató pues de dar continuidad a trabajos ya iniciados, muchos de ellos inéditos por carecer en su momento Estadística de los fondos necesarios para su publicación. De hecho, el artículo sexto del decreto de 1870 aludía a la recopilación de “los documentos, libros, planos, colecciones, instrumentos y demás material que relativo al mismo conserven en su poder [otras dependencias del Ministerio de Fomento]”. A través del archivo más antiguo de la Comisión del Mapa Geológico, conservado en el Instituto Geográfico Nacional, conocemos que el secretario de la Comisión, Luis Natalio Monreal, y el colector Aniceto de la Peña dieron fe, el 21 de enero de 1871, del envío desde el Instituto Geográfico de “tres mil cuatrocientos cinco paquetes de rocas, fósiles y tierras” a los locales de la Comisión en la calle Isabel la Católica n.º 25 (BIGN-LH-VI-39; Rábano, 2015Rábano, I. (2015). Los Cimientos de la Geología. La Comisión del Mapa Geológico de España (1849-1910). Instituto Geológico y Minero de España.). En el Fondo Documental “Juan Vilanova”, conservado en el Museo de Prehistoria de Valencia, existe también constancia de solicitudes recíprocas de devolución de diverso material y de libros entre la Comisión y la Universidad Central, donde Vilanova ejercía de catedrático. Se refieren a materiales recogidos por este geólogo tras su nombramiento como vocal de la antigua Comisión de la Carta Geológica en 1854 (Pelayo López & Gozalo Gutiérrez, 2012Pelayo López, F. & Gozalo Gutiérrez, R. (2012). Juan Vilanova y Piera (1821-1893), la obra de un naturalista y prehistoriador valenciano. Serie de Trabajos Varios, 114. Servicio de Investigación Prehistórica del Museo de Prehistoria de Valencia, Diputación de Valencia.).
Los pocos años en los que Bauzá fue presidente de la Comisión, entre 1870 y su jubilación en 1873, no fueron muy fructíferos a pesar del interés puesto por Echegaray en esta nueva empresa. Aunque en el artículo tercero del decreto de creación de la Comisión se establecía que sus miembros debían organizarse en tres secciones, fueron dos las que comenzaron a trabajar, según consta en una comunicación dirigida a Botella nombrándole jefe de una de ellas, y anunciándole que de la otra se encargaría Felipe Martín Donayre (Dirección General de Obras Públicas, Agricultura, Industria y Comercio, 18.08.1870: AHN, Diversos-Títulos_Familias, Exp. 3179, N. 79). Esta circunstancia se debió mantener en años sucesivos, como atestigua un oficio del director de la Comisión de 22 de diciembre de 1871 a los dos jefes de sección con el encargo de adoptar una nomenclatura y unos colores uniformes en todos los trabajos del mapa geológico (AHN, Diversos-Títulos_Familias, Exp. 3179, N. 88), propuesta que no llegó a cristalizar por divergencias de opinión entre ambos ingenieros (AHN, Diversos-Títulos_Familias, Exp. 3179, N. 93). Hasta lo que se conoce de la historia de esta institución, se trata de la primera vez que se menciona en el seno de la Comisión la necesidad de normalizar estas cuestiones, propuestas oficialmente en nuestro país años más tarde por Botella et al. (1881Botella, F. de, Macpherson, J., & Vilanova, J. (1881). Rapport de la Section Espagnole de la Sous-Commission Lusitano-Hispanica pour le coloris des cartes géologiques. Imprimerie de Gregoire Juste.) y Cortázar (1882aCortázar, D. de (1882a). Sur la nomenclature géologique. En: Congrès Géologique International. Compte Rendu de la 2me. Session, Bologne, 1881. Imprimerie Fava et Garagnani, 105-110., 1882bCortázar, D. de (1882b). Sur le coloriage et les notations des cartes géologiques. En: Congrès Géologique International. Compte Rendu de la 2me. Session, Bologne, 1881. Imprimerie Fava et Garagnani, 614-619., 1882cCortázar, D. de (1882c). Clasificación y colorido en los mapas geológicos. Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, 9, 319-332.) en el II Congreso Geológico Internacional (Bolonia, 1881Botella, F. de, Macpherson, J., & Vilanova, J. (1881). Rapport de la Section Espagnole de la Sous-Commission Lusitano-Hispanica pour le coloris des cartes géologiques. Imprimerie de Gregoire Juste.), en el que este último participó con sendas propuestas sobre la nomenclatura geológica y los colores de los mapas como resultado de la comisión que se había constituido al efecto durante el I Congreso Geológico Internacional, celebrado en París en 1878, en el que el geólogo Juan Vilanova había formado parte del consejo científico en representación de España (Congrès, 1880Congrès (1880). Congrès International de Gèologie tenu à Paris, du 20 au 31 Août et du 2 au 4 Septembre 1878. Comptes Rendus Sténographiques. Imprimerie Nationale.). En épocas anteriores, los ingenieros de minas españoles, formados según las enseñanzas de la Escuela de Minas de Freiberg, utilizaban el sistema de colores propuesto por Abraham Gottlob Werner y, sobre todo, por el poeta y también ingeniero de minas Johann Wolfgang von Goethe, quien colaboró con Christian Keferstein en su Teutschland, geognostisch-geologisch dargestellt, mit Charten und Durchschnittszeichnungen, welche einen geognostischen Atlas bilden (1821) (Schäfer-Weiss & Versemann, 2005Schäfer‐Weiss, D. & Versemann, J. (2005). The influence of Goethe's Farbenlehre on early geological map colouring: Goethe's contribution to Christian Keferstein's General Charte von Teutschland (1821). Imago Mundi, 57(2), 164-184. 10.1080/03085690500094990; Boixereu, 2015Boixereu, E. (2015). Evolución histórica de la cartografía geológica en España: desde sus orígenes hasta los mapas de Verneuil y Collomb (1864) y Maestre (1865). Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid. Disponible en:https://oa.upm.es/39701/1/ESTER_BOIXEREU_VILA.pdf). A modo de ejemplo, en el mapa geológico de Madrid de 1853, Casiano de Prado utilizó el color verde para diferenciar el Cretácico.
Las secciones comenzaron pronto sus trabajos y llegaron a formarse algunos mapas geológicos de varias provincias, que quedaron inéditos por problemas presupuestarios. Uno de los ingenieros más activos, o su producción es más conocida gracias a su archivo, fue Federico de Botella (Figura 3). A través de sus libretas de campo se pueden seguir los muchos trabajos que realizó desde su incorporación en 1850 a la Comisión de la Carta Geológica, los de su paso por Estadística, y también los relacionados con sus importantes estudios en Murcia o Valencia (AHN, Diversos-Títulos_Familias, Exp. 3184). Para la época que nos ocupa, Botella, responsable de la segunda sección de la Comisión, abordó en 1871 el estudio geológico de la provincia de Cuenca, cuyos resultados permanecieron inéditos hasta unos años más tarde, cuando Cortázar completó con sus propios datos la “Descripción física, geológica y agrológica de la provincia de Cuenca” (Cortázar, 1875Cortázar, D. de (1875). Descripción física, geológica y agrológica de la provincia de Cuenca. Memorias de la Comisión del Mapa Geológico de España, 3, 1-406.). En la biblioteca del Instituto Geológico y Minero de España se conserva el cuaderno oficial de este itinerario, en el que participaron los ingenieros Federico de Botella y Daniel de Cortázar, y el colector Ángel Rubio, los componentes de la sección segunda de la Comisión (Figura 4). El cuaderno fue organizado a partir de una de las libretas de campo de Botella, conservada en el Archivo Histórico Nacional (Figura 5). Tanto la libreta como el cuaderno están profusamente ilustrados por Botella, quien se caracterizaba por ser muy buen dibujante (Chastagnaret, 2020Chastagnaret, G. (2020). Una vida por el Estado: Federico de Botella y de Hornos, ingeniero de minas (1823-1899). Cuadernos del Museo Geominero, 32. Instituto Geológico y Minero de España.). A este ingeniero de minas se deben unos magníficos dibujos de la Ciudad Encantada de Cuenca (Figura 6), que son representativos de la atención que suscitaron estos paisajes singulares tanto a los viajeros de la época como, en este caso, al ingeniero de minas, quien, al recorrerlos y tratar de interpretarlos advirtió que “no es ni juego ni travesura de la naturaleza: el fenómeno para el geólogo es quizás todavía más maravilloso que para el poeta” (Botella, 1875Botella, F. de (1875). La Ciudad Encantada. Hoces, salegas y torcas de la provincia de Cuenca. Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, 4, 233-239., p. 236).
Como se ha comentado anteriormente, no fueron muchos los trabajos que se consiguieron concluir durante la presidencia de Bauzá, y ninguno se llegó a publicar. Entre ellos se cuentan el mapa geológico de la provincia de Zaragoza, por Felipe Martín Donayre (Figura 7), el de una parte de la provincia de Huesca, por Donayre y Lucas Mallada; el de una parte de la provincia de Cuenca, del que fueron autores Federico de Botella y Daniel de Cortázar como hemos comentado anteriormente; un plano a escala 1:100.000 con la triangulación de tercer orden y los detalles topográficos del valle del río Turón (Mieres, Asturias), por Manuel Abeleira y Emilio Moreno; y los mapas geológicos de las provincias de Toledo (Figura 8) y Ávila, que completó el colector Aniceto de la Peña a partir de datos previos de Casiano de Prado (Fernández de Castro, 1883Fernández de Castro, M. (1883). Comisión del Mapa Geológico. Su origen, vicisitudes y circunstancias actuales. Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, 10, 93-110.). Por su parte, Felipe Bauzá había estado destinado entre 1850 y 1859 en el distrito minero de Barcelona, donde desplegó una gran actividad en las cuatro provincias catalanas. De esa época se conservaban en la Junta General de Estadística documentos y algunos mapas suyos y los reclamó una vez alcanzada la presidencia de la Comisión (BIGN-LH-VI-38). Sin embargo, Bauzá no llegó a concluir ninguno de ellos, que fueron publicados con la colaboración de otros ingenieros, cuando Manuel Fernández de Castro le sustituyó como director en 1873.
3. La reorganización de la Comisión del Mapa Geológico (1873)
⌅Ante la abdicación de Amadeo de Saboya el 11 de febrero de 1873 y con el propósito de mantener las conquistas logradas con la revolución de 1868, el Congreso y el Senado, unidos en la Asamblea Nacional, proclamaron ese mismo día la República. El nuevo gobierno, presidido por Estanislao Figueras Moragas, tuvo que lidiar con graves problemas hacendísticos, una alta conflictividad en las ciudades y en los ámbitos rurales, así como una elevada inestabilidad política. La cartera de Fomento quedó en manos de los radicales y recayó en el farmacéutico, escritor y político gallego Eduardo Chao Fernández (Figura 9), nombrado pocos días después, el 24 de febrero. Con un pasado de militancia en partidos demócratas y antimonárquicos, miembro del partido Republicano Progresista de Ruiz Zorrilla, tomó parte en la revolución de 1868 y fue elegido diputado por Orense para las Cortes Constituyentes (1869-1871) y por Vigo en 1872 y 1873, y vicepresidente de la Asamblea Nacional que declaró la República en 1873. En palabras de Curros Enríquez (1914Curros Enríquez, M. (1914). Eduardo Chao. Estudio biográfico-político. Librería de Perlado, Páez y Compañía., p. 194), quien refirió de forma pormenorizada las reformas y mejoras realizadas en todos los ramos de su cartera: “apenas Chao se encargó del Ministerio, su organización cambia y se transforma para responder a las necesidades de la época, a los adelantos de la Ciencia y a las grandes manifestaciones del país”. A la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio fue destinado el político cartagenero José Prefumo y Dodero. Ambos tuvieron un paso breve por el ministerio −hasta el 10 de junio Prefumo y hasta el 11 del mismo mes Chao−, pero durante este periodo abordaron importantes reestructuraciones del Instituto Geográfico y de la Comisión del Mapa Geológico. Por una parte, mediante un decreto de 12 de marzo de 1873 se creó la Dirección de Estadística y del Instituto Geográfico y, poco después, mediante otro decreto (de 19 de junio) fue elevada de rango administrativo para constituirse en un centro directivo independiente, el Instituto Geográfico y Estadístico, actual Instituto Geográfico Nacional. Por otra, el 28 de marzo de 1873 Eduardo Chao firmaba el decreto de reorganización de la Comisión del Mapa Geológico (publicado en la Gaceta de Madrid el 29 de marzo), encomendando sus trabajos a la Junta Superior Facultativa de Minería, el órgano que coordinaba los asuntos mineros en el Ministerio de Fomento y, por ende, el Cuerpo de Ingenieros de Minas (Decreto, 1873Decreto (1873). Organizando los estudios y trabajos para la formación del Mapa Geológico de España con arreglo a la instrucción adjunta. Gaceta de Madrid, n.º 88, 29 de marzo de 1873. Disponible en: https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1873/088/A01011-01012.pdf), y nombrando director de la misma a Manuel Fernández de Castro (Figura 10).
¿Qué llevó a que la Comisión tuviera que sufrir esta reestructuración? Como se ha comentado anteriormente, pocos fueron los resultados obtenidos por el equipo dirigido por Felipe Bauzá desde abril de 1870, quien además se jubiló en enero de 1873. En palabras de Mallada, “en tres años las secciones han trabajado 45 días, o sea, 15 días al año” (MGSB: carta de Mallada a Vidal, 24.04.1873), cuando la previsión era que dedicasen al menos seis meses anuales a los trabajos de campo. A pesar de los buenos propósitos de Echegaray, la Comisión de 1870 nació con los vicios y problemas que llevaron al fracaso a la anterior de 1849, la falta de atención por parte del ministerio y la no dependencia de la Junta Superior Facultativa de Minería, “la más competente de las corporaciones en ese ramo, puesto que los individuos que la componen son los Ingenieros más antiguos del cuerpo de Minas” con una “larga experiencia y conocimiento del territorio”, según reza la exposición del Decreto de 1873. El texto es un claro ejercicio de reivindicación y defensa del Cuerpo de Minas, de su gran capacidad para abordar en aquellos momentos el levantamiento del mapa geológico nacional, también con la participación de los ingenieros destinados en los distritos mineros −en ningún momento se cita a otros colectivos−, y se acompañó de unas instrucciones muy detalladas para alcanzar en el menor tiempo posible los objetivos propuestos, que quizá constituye el texto más importante de la norma. En la exposición de motivos del decreto se realizó también una firme defensa de lo público. Tantos recursos gastados sin que la sociedad dispusiera aún de unos resultados “que se han recogido con fondos del Estado. El Ministro que suscribe ha creído encontrar el medio de que eso no suceda, disponiendo que se ordenen [los datos y los mapas] y se tengan siempre a disposición del que los necesite”.
¿Por qué fue nombrado Manuel Fernández de Castro director de la Comisión? Hemos tenido la ocasión de abordar la biografía de este ingeniero de minas (Rábano, 2022Rábano, I. (2022). Manuel Fernández de Castro y Suero (1825-1895), director de la Comisión del Mapa Geológico de España. Boletín Geológico y Minero, 133(4), 7-35. 10.21701/bolgeomin/133.4/001), del que se desconoce su perfil más personal, pero se conocen bien su trayectoria profesional en el Cuerpo de Minas y los diferentes destinos que ocupó, así como su participación en la vida parlamentaria como senador por la provincia cubana de Santa Clara. Entre 1859 y 1869 fue jefe de la Inspección de Minas de Cuba, donde desarrolló una importante labor científica y técnica. Fue el autor del primer mapa geológico de la isla de Cuba, del de una parte de la República Dominicana (Rábano & Escuder-Viruete, 2022Rábano, I. & Escuder-Viruete, J. (2022). La contribución de Manuel Fernández de Castro (1862) a la geología y minería de la República Dominicana. Revista de la Sociedad Geológica de España, 35(1), 36-55. 10.55407/rsge.94883), así como de unas contribuciones relevantes a la paleontología antillana. En enero de 1869 fue cesado en la inspección de minas de Cuba al haberse suprimido su plaza como consecuencias de los recortes presupuestarios del Ministerio de Fomento de finales de 1868. A su regreso a la península fue agregado como vocal a la Junta Superior Facultativa de Minería en espera de obtener un nuevo destino. Aún volvería a Cuba para finalizar trabajos ya comenzados, y en junio de 1872 se instaló definitivamente en Madrid.
No se conocen las inclinaciones políticas de Manuel Fernández de Castro, ni si éstas pudieran haber jugado algún papel en su acercamiento a los despachos ministeriales para manifestar su preocupación por la marcha de la Comisión, ni en su nombramiento como director de la misma en 1873. En el primer discurso que pronunció como senador por Cuba, el 15 de diciembre de 1879, Fernández de Castro declaró que no estaba afiliado a ningún partido político en la península y que en Cuba contaba con el apoyo de la Unión Constitucional (Rábano, 2022Rábano, I. (2022). Manuel Fernández de Castro y Suero (1825-1895), director de la Comisión del Mapa Geológico de España. Boletín Geológico y Minero, 133(4), 7-35. 10.21701/bolgeomin/133.4/001). Sí que se puede inferir que, al haber alcanzado una gran experiencia y reputación tras su paso por la Inspección de Minas de Cuba, podría haberse convertido en un activo importante del Cuerpo de Minas. Debió de conocer bien lo que ocurría con la Comisión del Mapa Geológico y fue a quien, desde el Ministerio de Fomento, se encargó la redacción del decreto de reestructuración de 1873 (MGSB: carta de Mallada a Vidal, 24.04.1873).
La nueva norma imprimió un cambio sustancial a la regulación de 1870. Ahora la protagonista iba a ser la Junta Superior Facultativa de Minería y, a través de ella, toda la organización minera del territorio nacional. Para ello se creó una sección especial en la Junta, la Sección Inspectora, desde donde se aprobarían las memorias anuales y los trabajos preparados para ser publicados, para la que fueron nombrados Felipe Naranjo, como presidente, Manuel Abeleira, como secretario, y los vocales Lucas de Aldana, Eusebio Sánchez, Andrés Pérez Moreno, Eugenio Fernández, Antonio Hernández y Diego López Quintana. Este último fue otro de los ingenieros afectados por la supresión de plazas en la Inspección de Minas de Cuba a finales de 1868, a semejanza de lo que ocurrió con la de Fernández de Castro. Una segunda sección, la Comisión Ejecutiva del Mapa Geológico, estaría constituida por ingenieros de minas dedicados de pleno a la formación del mapa. Fernández de Castro sería su director, y como vocales Emilio Moreno (secretario), Federico de Botella, Luis Natalio Monreal, Daniel de Cortázar y Lucas Mallada, miembros de la recién extinguida Comisión, Botella incluso había participado en todas las anteriores. A la Comisión Ejecutiva se agregaron también los profesores de la Escuela de Minas Justo Egozcue y Cía, José Giménez y Ramón Pellico. Las instrucciones que redactó Botella en 1870 para “el buen orden de los trabajos de los ingenieros y ayudantes, las mismas que esencialmente aun sirven de norma para las operaciones de campo y gabinete” (Cortázar, 1899Cortázar, D. de (1899). El Excmo. Sr. D. Federico de Botella y de Hornos. Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, 50, 581-583., p. 582), servirían como base a buen seguro de las que fueron publicadas a continuación del decreto de 1873. Fernández de Castro le instó también a retomar el encargo que le hiciera Bauzá en su momento para uniformizar la nomenclatura y los colores de los mapas (AHN, Diversos-Títulos_Familias, Exp. 3179, N. 93).
Con el fin de asegurar el éxito de la empresa, Fernández de Castro se apoyó en las personas que ya habían tenido una experiencia directa con las labores que debía abordar esta Comisión después de la reestructuración. Con algunos de ellos, Cortázar y Mallada (Figuras 11 y 12), los más jóvenes del grupo, desarrolló además una confianza más especial. Joaquín Gonzalo y Tarín, otra de los ingenieros más cercanos a Fernández de Castro, no se incorporó a la Comisión hasta 1877. A Mallada le confió le lectura previa del borrador del decreto con el fin de recibir sus comentarios. A través de su informe a Fernández de Castro, conservado en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación (Campus de Huesca) de la Universidad de Zaragoza, y de una carta remitida a su amigo Luis Mariano Vidal (MGSB: carta de Mallada a Vidal, 24.04.1873; Aragonès, 2017Aragonès, E. (2017). Un epistolario inédito de Lucas Mallada: las cartas a Luis Mariano Vidal y Carreras (1873-1902). Treballs del Museu de Geologia de Barcelona, 23, 27-102.), se aprecia cómo Mallada, haciendo gala de su habitual pesimismo, no estuvo en absoluto de acuerdo con algunos de los puntos del borrador de decreto.
Las primeras palabras de Mallada a su amigo Vidal son un presagio de lo que vino después: “te diré que el nuevo Decreto de organización del Mapa Geológico me ha parecido muy mal.” Y en otra parte del texto: “Si no nos dan más dinero, quedará todo reducido a una de esas mil comisiones que se inauguran para no terminarse. ¿No estamos en España?”. La propuesta de Fernández de Castro de que los ingenieros de minas de los distritos participasen activamente en la formación de los mapas provinciales, uno de los pilares fundamentales de la nueva norma, fue muy mal recibida por Mallada: “Tengo para mí que muy pocos podrán ayudar en esta empresa, y me fundo en las siguientes razones. La geología es una ciencia esencialmente práctica; sus teorías se olvidan por completo en cuanto dejan de pasearse por el terreno, y atendidas la índole y proporciones en que entran los conocimientos del ingeniero, no se puede admitir como geólogos a la inmensa mayoría”. Mallada, como le ocurría a Casiano de Prado, maestro de todos ellos, era un ingeniero que se consideraba esencialmente geólogo de campo, y desconfiaba de aquellos que se habían “apoltronado” en los distritos mineros o en los despachos ministeriales. Sobre uno de estos ingenieros, Fernando de los Villares, que además era buen amigo suyo, comentaba: “Villares está en nuestra casa, y tal vez le empuje a los Pirineos. Buena falta le hace también campar un poco, pues la vida de corte no es para llegar a viejos” (MGSB: carta de Mallada a Vidal, 16.04.1975). De alguna manera, siempre volvía al maestro, y así lo hizo también en esta ocasión: “Todos sabemos que más de la mitad de lo que se conoce sobre la geología de España se debe a los señores citados [Verneuil, Collomb, Lartet, Coquand…], los cuales cesaron sus viajes por nuestra Patria, casi por completo, desde el año 1866, en que la muerte, arrebatándonos al ilustre Prado, cortó el hilo que nos unía con los padres de la ciencia”.
Mallada realizó también unas observaciones a la propuesta de Fernández de Castro de avanzar en forma de publicaciones los resultados que se iban obteniendo. Según Mallada, debían darse a conocer a través del Bulletin de la Société Géologique de France, revista que, en su opinión, gozaba de más prestigio y difusión internacional que la Revista Minera o los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, donde se habían publicado hasta el momento algunos de los trabajos sobre la geología del territorio nacional. La decisión de Fernández de Castro, que se ha visto que fue muy acertada y exitosa, fue la de crear dos series propias de la Comisión, las Memorias y el Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España (Figura 13). Este última se continúa, desde el primer número publicado en 1874, en el actual Boletín Geológico y Minero.
A pesar de las opiniones de Mallada, el texto que se publicó finalmente en el Decreto tuvo como eje principal la formación de los mapas geológicos provinciales con la ayuda de los ingenieros de los distritos mineros. Para ello, debían reunir “(i) el estudio geológico de todas las formaciones que contenga; (ii) la descripción detallada de los miembros o rocas de que se compongan las formaciones, con un catálogo de todas ellas; (iii) la descripción y catálogo de los fósiles recogidos; (iv) la descripción de los minerales de la provincia y el correspondiente catálogo; (v) el estudio de los criaderos de las sustancias que forman el objeto especial de la minería. Descripción de las labores de las minas, su importancia comercial y situación económica; (vi) la descripción especial y catálogo de las rocas, arcillas y tierras que tienen aplicación a la agricultura, a la construcción y a la industria. Descripción de los establecimientos en que se utilicen estas sustancias, exposición de su importancia industrial y situación económica, advertencias sobre los que pudieran establecer en lo sucesivo; (vii) estudio de los manantiales de aguas potables y minerales. Descripción de las cuencas hidro-geológicas para la perforación de pozos artesianos y establecimiento de pantanos y represas; (viii) estudio y catálogo de los objetos pertenecientes a la antigüedad que se encuentren en las excavaciones de las minas y cavernas u otros trabajos subterráneos; (ix) análisis de los minerales, rocas y objetos de arte comprendidos en la descripción, y que merezcan un estudio químico, sea por su novedad o por otras circunstancias especiales; y (x) el mapa geológico-industrial de la provincia en escala de 1 por 50.000 y los estudios geológicos correspondientes”. (Decreto, 1973, artículo 12 de las instrucciones).
Se puede afirmar que este decreto sentó las bases para que en 1889 se alcanzasen los objetivos fijados por Fernández de Castro, la terminación del mapa geológico nacional, aunque no lo dio por concluido: “esto no es más que la primera jornada de un largo camino, en que siempre han de recogerse nuevos y más valiosos datos para acercarse a la perfección del trabajo, que, como todos los de las ciencias de observación, ni tiene límite ni puede considerarse nunca concluido” (Fernández de Castro, 1892Fernández de Castro, M. (1892). Prólogo. Boletín de la Comisión del Mapa Geológico de España, 18, xi-xiii., p. xi).
4. Conclusiones
⌅Durante el Sexenio Democrático, el periodo de la historia de nuestro país comprendido entre la revolución de septiembre de 1868, con el destronamiento y exilio de Isabel II, hasta el pronunciamiento de diciembre de 1874, que supuso la Restauración borbónica, se tomaron importantes decisiones desde el Ministerio de Fomento para la recuperación de los estudios del territorio. La presencia de políticos de la talla de Manuel Ruiz Zorrilla, José Echegaray y Eduardo Chao en la cartera de Fomento, promovió el interés de diferentes gobiernos hacia el conocimiento del suelo y subsuelo patrio.
La creación de la Comisión del Mapa Geológico en 1870, tras el intento fallido de la que en 1849 promovió un gobierno isabelino con Juan Bravo Murillo en la cartera de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, que constituyó el punto de partida de la institucionalización de las investigaciones geológicas en nuestro país, no obtuvo los resultados esperados. Ello dio lugar a la reestructuración de la Comisión en 1873, con Manuel Fernández de Castro como director, quien en 1889 vio cumplidos los objetivos de terminación de un primer mapa geológico nacional a escala 1:400.000. El decreto de reorganización de la Comisión, debido a Fernández de Castro, fue el instrumento fundamental para consolidar a la institución al orientar de una forma definitiva la forma de abordar los trabajos. La buena gestión de este ingeniero de minas al frente de la Comisión durante veintidós años garantizó la proyección hacia el futuro de la organización que, con las lógicas transformaciones sufridas a lo largo del tiempo, se continúa en el actual Instituto Geológico y Minero de España.